lunes, 7 de febrero de 2011

Una escapada romántica por Bélgica

Estamos en el mes del amor y os voy a hacer otra propuesta para sorprender a la pareja: una dulce escapada al país del chocolate y los goffres.

Nuestro viaje de fin de semana, comienza el viernes por la tarde en un avión desde Madrid a Bruselas, la capital de Bélgica. Si cogéis el billete con Ryanair, y lo compráis con tiempo, podéis encontrar muy buenos precios y organizaros una escapada maravillosa, a la vez que económica que viene muy bien en estos tiempos. El avión aterrizará en Charleroi, un pueblo a 46 km de Bruselas, pero puedes llegar fácilmente al centro tanto en bus como en tren como en 20-30 minutos.

Esa misma tarde, tras dejar las maletas en el hotel, nos vamos a dar una vuelta por el centro histórico de Bruselas y disfrutar de la “vida nocturna”, por decir algo, ya sabéis que fuera de España, el concepto ocio nocturno es casi “merienda española” para nosotros, aunque algo hay, ahora os cuento. Una primera visita a la famosa y grandiosa Grand Place iluminada bien merece un paseo nocturno, así como las calles aledañas, repletas de restaurantes con las agradables terrazas de invierno y sus estufas, donde deleitarse comiendo el plato más típico belga, los mejillones con patatas fritas.

Pero Bélgica también es conocida por algo más, y es por sus cervezas, y el templo que no debéis perderos para disfrutar de ello es el Delirium Tremens, también ubicado en una de las calles de alrededor de la Grand Place, y que alberga en su interior más de 2000 tipos de cervezas de todo el mundo. Un local con mucho ambiente lleno de estudiantes y erasmus y donde puedes probar hasta cerveza de chocolate.



Aunque anoche hayamos decidido hacer una cata de todas las cervezas de la carta, el sábado hay que madrugar porque nos vamos en el tren de primera hora de la mañana a la ciudad de Gante, aproximadamente a una hora de trayecto. Qué puedo decir de esta ciudad, simplemente, preciosa. El centro histórico no es muy grande y con una mañana es suficiente para recorrer sus calles empedradas y sus edificios llenos de historia con un encanto sin igual.



Para combatir el frío de febrero, nada mejor que pararse en uno de los puestos de goffres y elegir, tarea difícil como podéis ver por la foto, una fuente de calorías deliciosa, que nos ayudará a seguir con nuestro paseo hasta la Catedral San Bavón, el Castillo de los Condes de Flandes, el Ayuntamiento y la Torre del Campanario. Dos miradores preciosos donde tomar buenas fotos son: el Portus Ganda y el puente de San Miguel.

Se va acercando la hora de comer y nos volvemos a la estación de tren para coger el tren rumbo a Brujas, a unos 20 minutos de distancia. Hemos llegado a una de las ciudades más mágicas de toda Europa, un cuento de hadas hecho realidad.

Desde el Minnewaterpark conocido como el Parque del Lago del Amor, hasta la Torre Belfry con unas espectaculares vistas de toda la ciudad, las plazas centrales Markt y Burg con sus famosas fachadas de colores y, por supuesto, la posibilidad de disfrutar de un romántico paseo en barca por los canales o un paseo en coche de caballos y disfrutar de una paisaje de cuento que invita a enamorarse más aún si cabe.



No dejéis de disfrutar de unas patatas con salsas calentitas sentados en los escalones de la plaza Markt disfrutando del ambiente y de esa estampa tan característica de Brujas.

Nos cogemos el último tren del día y en unos 40 minutos, regresaremos a Bruselas para descansar del largo día.


Amanece el domingo y hoy le toca el turno a conocer la capital de día. A primera hora nos vamos a ver el Atomium, una escultura impresionante por su tamaño, que hará las delicias de los aficionados a la fotografía. Después, para no cansarnos demasiado ya que están a una distancia considerable unos monumentos de otros, cogemos un bus turístico que nos recorre los principales palacios e iglesias para detenernos en el centro de histórico y disfrutar del mismo, ahora sí, a pie por el entramado de calles. Volvemos a la Grand Place para disfrutar con luz de día de cada una de sus 39 fachadas, dedicar un ratito al shopping en las Galerías Saint Hubert, entrar a la Catedral y, por supuesto, buscar el famoso Manneken Pis, que cuenta la leyenda que salvó la ciudad al apagar con su orina la mecha que los sitiadores de la ciudad encendieron para detonar el explosivo y derrumbar las murallas.



No olvidéis que estáis en la ciudad de Tintín y del comic, así que estar atentos durante todo vuestro recorrido que en cualquier recodo, os podéis encontrar con un mural pintado sobre la fachada de Asterix y Obelix, Lucky Luke o Tintín, entre otros.

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