martes, 28 de agosto de 2012

Un par de días en Phuket

Nuestra última parada en nuestro viaje por el sudeste asiático fue en Phuket. Solo teníamos dos días para descansar de nuestro largo periplo y los aprovechamos a tope.

Nada más llegar al aeropuerto de Phuket, cogimos un minibús que nos llevaba hasta nuestro hotel y que, por supuesto, nos hizo la correspondiente parada en una pequeña agencia en mitad del camino para tratar de vendernos excursiones varias.

En el hotel, nos esperaba una sorpresa de Honey Moon!!! Un corazón con pétalos de rosa sobre la cama junto a dos bonitos cisnes hechos con toallas y una botella fresquita de champagne francés con dos tartitas de corazón en las que se podía leer “Happy Honey Moon”. Además, la habitación era una pasada, con vistas al mar y a la piscina, cama de 2 m o más con dosel, bañera integrada en la habitación,… Qué os voy a contar!!!

Tras una tarde de playita, pisci y relax, nos pusimos guapos para dar un paseo por los mercadillos nocturnos. Cenamos en un italiano que estaba genial, y en el que el chef Mauro nos atendió como si fuera nuestra casa!!!

Antes de dormir, un paseo por la famosa Bangla Road, llena de bares de shows bastante subiditos de tono, donde las chicas disparan pelotas de ping pong con…, ya me entendéis; los travestis y las chicas (difícil de diferenciar en la mayoría de las ocasiones) bailando en barras americanas; bares con conciertos; un curioso juego de clavar un clavo en un tronco de árbol a martillazos; iguanas y saimiris para hacerte una foto con ellos; y otras muchas situaciones más que no sé muy bien cómo explicar de la manera más light posible. Una zona muy, pero que muy vibrante, no apta para recatadas como yo. Ja, ja!!!


A la mañana siguiente a las 6:00h ya estábamos en pie rumbo a Phi Phi, donde se rodó la película “La Playa” de Leonardo di Caprio. Al subirnos a la lancha, se nos ocurrió la brillante idea de sentarnos en la proa por eso de que fuera más emocionante el trayecto y… Dios mío!!! Qué mal lo pasamos!!! El mar estaba bastante picado y aquello pegaba unos botes que nos iban a partir en dos. Al cabo de un rato haciéndonos los machitos, le pedimos al capitán que nos dejara pasar a la parte trasera que iba cubierta porque yo estaba casi a punto de llorar pensando que en un bote nos salíamos por la borda. Dentro también se notaban bastante los botes, pero mucho menos que en la proa.

Nuestra primera parada fue para hacer snorkel rodeados por miles de peces rayados. Les tiraban comida desde el barco alrededor nuestro y de pronto te veías cercado por cientos de pececillos que incluso a veces te daban algún pequeño mordisquito!!!

Tras comer de buffet en otra playa y visitar la playa de los monos, por fin llegamos a Maya Bay, la famosa playa de Leonardo di Caprio. Un baño en un paraje idílico de aguas cristalinas y arena blanca, multitud de fotos desde todos los ángulos posibles, y de vuelta al barco para disfrutar de un par de horas de relax en Khai Nok Island.


Nuestra última noche volvimos a dar un paseo por la famosa zona de perdición y cenamos en otro italiano que no estaba tan rico como el de nuestro amigo Mauro.

Al día siguiente, llegó el último día de nuestro viaje de ensueño. Mi resumen… Vietnam me hechizó, Camboya me enamoró y Tailandia me impactó.

Qué ganas tengo ya de escaparme de nuevo a descubrir otros lugares del mundo!!!

miércoles, 8 de agosto de 2012

Bangkok 2ª parte

Bueno, ya estoy de vuelta con el resto de mis aventuras por Bangkok. En el anterior post visitamos algunos de los templos más importantes, y en nuestro tercer día en esta ciudad descubrimos algunos más. Como el templo Intharawihan, con un Buda enorme al aire libre y cuyos dedos de los pies hacen de altar; el Templo de Mármol; o el Templo Traimit en la zona de Chinatown, que tiene el Buda de oro más grande del mundo de 4 m de alto y 5 toneladas de peso.

Teníamos curiosidad por visitar la fábrica más grande de Asia de antídotos para las picaduras de serpientes, para ver cómo extraían el veneno, pero ya había pasado la hora de la exhibición, así que nos fuimos a comer al cercano parque de Lumpini y a buscar a sus famosos dragones de Komodo. Vimos uno grande saliendo del agua y otro pequeñín corretear por el césped!!!


Nos volvimos al hotel a ducharnos y a prepararnos para el plan nocturno que nos esperaba: una velada de combate de boxeo thai auténtico!!!

Nada más llegar al Lumpini Stadium, localizamos a la chica que nos informó de las entradas por la mañana y compramos un par de localidades junto al ring por 2000 THB para disfrutar del espectáculo en primera fila. Muchos hombres y pocas mujeres; ambientazo tipo peli de Jean Claude Van Damme “Contacto sangriento”; en las gradas más altas tipo gallinero, cientos de thais gritando y haciendo apuestas sin parar; sillas mullidas para la zona VIP de alrededor del ring; camareras sirviendo cervezas; ventiladores en el techo para refrescar un poco el ambiente; y una orquesta tocando la musiquilla de guerra que acompaña cada combate.


En cada esquina del ring un luchador, siempre uno de rojo y otro de azul, y detrás de cada uno, sus entrenadores y su familia gritando a pleno pulmón todo tipo de consejos.

En total vimos 9 combates de 5 rounds cada uno. En el primero, al tercer round dejaron KO a uno de los boxeadores que le sacaron en camilla; en los siguientes, golpes y patadas de verdad que abrieron alguna que otra brecha; y el séptimo combate, el del campeón del mundo, al que le arrebató aquella noche el título, Rathanfa.

Durante la velada, teníamos acceso a la zona donde preparaban a los boxeadores y les daban masajes. Me lo pasé genial con el ambiente, la musiquilla y las peleas. Si es que soy un chicazo!!!

Al terminar, en un taxi a tomar un cóctel al Sky Bar del Lebua Tower. Espectacular escalinata iluminada a en el piso 62, increíble restaurante y barra de copas y maravillosas vistas de todo Bangkok iluminado!!!


¿Os imaginabas una despedida mejor?

¿Qué me llevo de esta ciudad? En Bangkok nos encontramos con una gran urbe, dominada por los rascacielos y los grandes centros comerciales, además de algunos pequeños suburbios que todavía mantienen sus tradicionales restaurantes callejeros.

A la hora de desayunar, comer o cenar, las calles se llenan de pequeños puestecillos de comida, parece que nadie cocina en su casa. Los mercadillos, como setas, en cada calle. Y la gente, mucho más interesada en sacar provecho de los turistas, intentando timarte constantemente por la calle para subir a un tuk tuk y llevarte a un sastre, una tienda o algún sitio del que él saque beneficio; o diciéndote que algo está cerrado para llevarte a otro sitio; o taxistas que se niegan a conectar el taxímetro para cobrarte más del triple por el trayecto.

A pesar de estos aspectos negativos, el encanto de viajar sobre la ciudad en el skytrain, navegar en sus taxis de agua por el río Chao Phraya, y la grandiosidad de sus maravillosos templos, hacen de esta ciudad un destino vibrante y diferente.

Koop koon kaa (gracias) Bangkok!!!